Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

martes, 8 de diciembre de 2015

¿Por dónde íbamos?

Siento haberme retrasado una semana, ¡pero ya tenemos la continuación del segundo capítulo!


Volvemos con Dultas y compañía. ¿Conoceremos al fin la identidad de la joven? ¡Seguimos con Ecos del pasado!


¡Disfrutadlo en este día festivo!




2. La furia de un dios (2º parte)


Tras el baño bien merecido, perfumada —había un bote de colonia en la estantería superior del baño de olor a albaricoques— y ataviada con el fino vestido de lana verde que personalmente, le gustaba cómo le quedaba, se dirigió a la cocina —o eso supuso— orientándose por la dirección de la que provenían unas voces masculinas.
  La cocina era amplia y acogedora gracias a un cálido fuego que había al fondo de la sala, además de unas ventanas orientadas al este. Seguramente por las mañanas debía de resplandecer toda la casa. Estaba equipada para cocinar y guisar platos suculentos. Se preguntó quién cocinaría, pues aquellos dos hombres no tenían aspecto de pasarse el día detrás de los fogones, y antes Dultas le había dicho que no tenía sirvientas. Lo que dejaba claro la cocina es que estaba ante un hombre adinerado. El porqué estaba en un bosque lo desconocía, pero se imaginó que tendría sus razones.
  Los dos se callaron al verla entrar con los ojos como platos. El despojo de antes no tenía nada que ver con la joven que tenían ante ellos. 
  Estaban al fondo de la estancia, uno sentado en una silla de madera y el otro apoyado contra la pared. El mayor iba vestido con un elegante jubón marrón, y el otro llevaba algo similar bajo una túnica azul oscura que se ajustaba perfectamente a su constitución esbelta. Derek la sorprendió mirándolo de arriba abajo, y fijó su mirada intensamente en ella. Sus ojos eran del color del acero, plateados. La joven apartó la mirada con nerviosismo sin saber bien qué decir.
  —Pero si es mona y todo… —Dultas lo dijo tan bajito que solo él pudo oírlo. Había elegido bien el vestido—. ¿Qué tal te ha sentado el baño, chica?
  —De maravilla, muchas gracias, lo necesitaba.
  —Y vaya que si lo necesitabas… — le espetó Derek—, creí que eras un o…
  — ¡Pero qué tarde es! Mira chica, Derek te ha preparado un delicioso plato de albóndigas, cómetelo antes de que enfríe.
  Era un simple plato de tres albóndigas con pan, pero tenía tanta hambre… parecía que llevaba siglos sin comer. Se le hizo la boca agua de solo imaginarse aquella carne en su paladar, saboreando cada bocado…
  No se lo pensó dos veces; se sentó apresuradamente y engulló como si fuera la primera vez que comía algo tan bueno. Derek se quedó anonadado a causa de la impresión, mientras Dultas hacía todo para contener la risa.
  «Pues sí que es un ogro —pensó Derek—.Vaya chica más bruta, aparece de la nada pidiendo ayuda y nosotros como bobos le seguimos el juego. La próxima que se busque a otro par de tontos.»
  A los cinco minutos ya había terminado de comer y relamer. Se sentía satisfecha.
  —Veo que no has dejado nada, ¿eh? Por cierto, ¿cómo te llamas chica?
  Lo que en principio había sido una pregunta inocente, se convirtió en un error. La joven no contestó, estaba demasiado concentrada en su respiración. Se le había olvidado cómo se hacía. Lo que tanto había temido, ahora le aterrorizaba. En aquel bosque bajo la lluvia y minutos atrás en el baño se había convencido de que no lograba recordar nada porque estaba demasiado concentrada y nerviosa como para pensar en nada más. Ahora ya no tenía ninguna excusa, y la respuesta estaba clara; no recordaba nada.





Shock para la joven, no es hasta ahora que se da cuenta de lo realmente perdida que está. ¿Cómo seguirá la historia de Ecos del pasado? ¡No te pierdas la siguiente entrega!

¡Un saludo desde Lon'thara!


3 comentarios :

  1. ¡Esto de sorprenderme empieza a ser costumbre! Justo cuando esperaba que siguieras contando la historia de la prisionera, vas y vuelves a retomar la historia donde la dejaste en el primer capítulo. Es una escena corta, pero llena de significado. Has cerrado esta escena con una parte clave, la falta de memoria de la chica. Un gran misterio siempre ayuda a mantener el suspense, ¡quiero saber más! Una vez más, buen trabajo Leila :)

    Por cierto, hay una parte del diálogo que no se muy bien quien habla (creo que Derek porque es lo que más sentido tiene), es esta: "—Y vaya que si lo necesitabas… creí que eras un o…". Te recomiendo que aclares que es Derek el que habla y que pongas que en la siguiente parte habla Dultas. Es un fallo pequeño, pero se puede pasar con facilidad. Cuando hay más de dos personajes se debe especificar siempre entre guiones quien habla, y cuando son dos los que hablan solo se explican entre guiones los gestos. Espero que esta información te ayude en el futuro :)

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    1. ¡Cambio realizado! Tienes razón, se sobreentiende, pero mejor dejarlo claro :)

      Y me alegra que siendo aun tan pronto en la historia, te sorprendas con estas pequeñas cosas jeje

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    2. Si, es mejor no complicarle la existencia a los lectores jaja Una buena historia debe ser buena desde el comienzo y esta es lo es, que menos que señalarlo :)

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