Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

viernes, 25 de marzo de 2016

En la piel de un Vermonth


¿Hasta qué punto vale la pena arriesgarlo todo cuando no sabes si valdrá la pena?



¡Hola de nuevo! Queridos lectores de Ecos del pasado, espero que estéis disfrutando de la Semana Santa, aunque ya quede poco de ella. Por ello, aprovecho este día para daros la continuación del capítulo 3. El amor de un hermano, y lo podáis disfrutar durante el fin de semana ^^ 


Seguimos con la conversación que dio comienzo en la entrada anterior, donde la familia Vermonth está tomando posiciones en cuanto al futuro de Lon'thara y la familia. 
Como habéis visto, Dorian no parece estar dispuesto a ceder a las órdenes de su padre...

Y sin más dilaciones, os dejo con la historia de Ecos del pasado!



«De mirada severa y paso firme, Itgard Vermonth es la máxima autoridad en Lon'thara, 
y nadie se atreve a contestar su poder, si bien saben que es un hombre justo 
que se preocupa por su ciudad. Absorbido por el trabajo, 
a menudo se le olvida que tiene una familia».



by TeiIku




 3. El amor de un hermano

(2º parte)


Rellian fue el primero en reaccionar.
  —Con el debido respeto, padre, esta misión es suicida. Es verdad que tenemos una gran fuerza naval y un ejército numeroso preparado contra tormentas y mareas, pero los guerreros de las tierras heladas son bien conocidos por sus drakkares, superiores a los nuestros. Aun con magia, no sé si podríamos… hacerles frente.
  —Podremos, hijo, Drian el pacificador me lo ha vaticinado. — Itgard se levantó de su sillón de cuero granate y apoyó las manos sobre la mesa de su escritorio—. Seremos el brazo de nuestro dios marino, y la lanza que que dará alcance a su mano. No podemos fallarle. 
  Briggan no entendía nada. ¿Guerra, heladas, navíos, lanzas? Briggan era un hombre vago y aunque era diestro en la magia, los barcos no le gustaban mucho a causa de los mareos que le producían. Aun si calmaba la marea que mecía el barco donde se encontraba, no resultaba; la sensación de enfermedad no se iba hasta que pisaba tierra firme. A Rellian siempre le había parecido graciosa aquella situación tan incongruente. ¿Cómo es que un mago de la rama acuática no soportaba el agua?
  —Y-yo… no creo que pueda ir… sería mejor que me quedara aquí protegiendo la ciudad, por si lograran llegar aquí o…
  —No, Briggan, iréis todos sin excepción como representantes de la nación. Es una orden, y no hay otra opción. No hay lugar para los cobardes en esta familia. Ni para los soñadores. —Reprendió con la mirada a Dorian. Su padre conocía su pasión por la poesía y no le hacía mucha gracia—. Aun así, como os he dicho no es algo seguro, pero tenía que advertiros de ello, pues la preparación exige un tiempo, y en ella invertiréis cada gota de sudor a partir de mañana. 
  — ¿Y por qué una guerra? ¿A qué viene todo esto? Desde siempre hemos apoyado la neutralidad y los años de paz porque serían nuestra perdición, ¡son demasiado fuertes!
  Itgard no dijo nada. Dorian se percató de que tal vez su padre tampoco estaba del todo de acuerdo con todo aquello. Era demasiado confuso y repentino. No tenía sentido. 
   —Has dicho que iréis a parlamentar con ellos antes de nada. ¿Qué es aquello a lo que teméis tanto que podría provocar tanta destrucción y miseria?
  —Es… algo que solo podemos saber los Grandes Arcanos. Tendréis que perdonarme, hijos míos, pero así lo han querido los dioses.
  — ¿Y pretendes que arriesguemos nuestras vidas por algo que desconocemos? —Rellian siempre había sido el más reluctante—. No lo entiendo, padre.
  —Son órdenes directas de su grandeza Drian el pacificador. Yo las acato, al igual que todos vosotros.
  — ¡Tú mismo sabes que esto es ridículo!
  —Yo no decido las cosas, Dorian.
  — ¡El Elemental se está sirviendo de nosotros! ¡Esto es absurdo!
  — ¡Habla con respeto cuando se trata de ellos! ¡Si ha dicho que iremos a la guerra, lo haremos de cabeza! ¡Y ni una palabra más! ¡La vida que habéis tenido hasta ahora es gracias a los dioses, y nadie más!
  —Pues yo no podré hacerlo — replicó Dorian. 
  — ¿Cómo te atreves…?
  Los dos gemelos sintieron un aire glacial soplar en la habitación. Dieron un paso hacia atrás para apartarse. 
  —Padre, tú también lo sabes, lo noto en tu tono, la confianza no le acompaña; esta hipotética guerra es un sinsentido. Algo más se esconde aquí. 
  —Hijo… eso ya lo sé. Pero no es nuestro cometido indagar en ello si no se nos dice más. Ya sabes que los caminos de los dioses son inescrutables. 
  —Yo necesito razones fundamentadas en algo tangible. 
  —Has de tener fe.
  Dorian no contestó a aquello, pues al contrario que su padre, el carecía de ella. Sabía que los Elementales existían, y que eran poderosos, pero hacía mucho que había dejado de creer que actuaran realmente para el bien de sus siervos, los humanos. Tenía la impresión que jugaban a un juego en el que solo ellos participaban olvidándose del resto.¿Y ahora esto? ¿Qué clase de maquinaciones se traían entre manos? ¿Acaso lo hacían por el bien de la humanidad, o eran simples peones que mover para sus propios problemas?
  —Has olvidado a Silianna.
  Si ya antes le parecía que la cara de su padre era pálida, ahora era blanca como el papel.
  — ¿Cómo osas decirme eso…? —Sus ojos parecían salir de sus órbitas.
  —No has hecho nada para buscarla o saber de ella. Yo ya estoy harto de esperar. Voy a ir a dónde está.
  — ¿Que tú vas a qué? ¡Ni siquiera sabes por dónde empezar!
  —Iré a donde tenía que dirigirse su escuadrón, y de allí empezaré a buscar. No han podido desvanecerse. Sé que han partido hacia el sur.
  — ¡Me niego a que vayas! ¡Te acabo de decretar tus nuevas responsabilidades junto a tus hermanos!
  —Pueden hacerlo ellos solos perfectamente, ya son mayores para ello. Siempre dices que como segundo hijo, mi deber es proteger a la familia. Voy a salvar a Silianna.
  — ¡Tú deber es proteger a tu familia preparándote para la guerra! —Itgard hizo una pausa para tragar saliva. Esas últimas semanas habían sido demasiado estresantes y hacía mucho que no descansaba bien—. Hijos, no os lo había dicho pero ya he enviado una partida de búsqueda en pos del escuadrón de vuestra hermana. 
  — ¿Y por qué no nos lo has dicho? —Esta vez fue Rellian quien intervino—. ¡Nosotros estamos preocupados y lo sabes, y sin embargo no nos dices nada de todo esto!
  —Pensaba contaros lo que supiera a la vuelta de mis hombres.
  — ¿Y bien?
  —Aún no han vuelto.
  Dorian lo tenía cada vez más claro. Silianna estaba en un grave peligro.
  —Padre, me voy a ir, lo quieras o no. Lo tengo decidido desde hace días. Lo siento, pero para mí es la prioridad. 
  —No me hagas esto, Dorian… Te necesito como combatiente, como mago y como hijo.
  —Si tanto necesitas a otro hijo, ¿por qué no se lo pides a Derek?
  En apenas tres segundos el blanco fantasmal del rostro de Itgard se tornó al púrpura oscuro.
  — ¡Te prohíbo que hables de él! ¡Ni aquí ni en ninguna otra parte! 
  — ¡Aunque no lo quieras, él también es tu hijo!
  Rellian le agarró el hombro a Dorian presionándole con la mano, pidiéndole que dejara aquella conversación. No era el momento.
  Itgard se mantuvo en un inquieto silencio. Ya ni siquiera miraba a Dorian. Ninguno de los tres se atrevió a hablar.
  —Dorian. —Toda rabia había desaparecido de su voz dejando paso a su hostil tono tranquilo y frío; el más peligroso de todos—. Te quedarás aquí para con tu familia, es tu obligación. —Atravesó a Dorian con sus fríos y claros ojos azules. Brillaban con una chispa azul eléctrica—. No he olvidado a Silianna, te lo aseguro, y pronto la encontrarán y podrá regresar para ayudarnos en lo que nos espera. No hay más que añadir. Ahora dejadme descansar, se ha hecho tarde.
  Ni Dorian ni los gemelos dijeron nada, y salieron a la vez cerrando tras de sí la puerta de roble de su despacho. Se miraron los tres sin saber bien que decir, mudos a causa de todo lo ocurrido. Briggan parecía ser el que estaba más perturbado, no era un hombre de guerra, la lucha siempre le había petrificado de miedo escondiéndose detrás de su gemelo a la vista de cualquier amenaza. La caza y el vino era a lo que estaba acostumbrado y personalmente no quería experimentar nada nuevo. Rellian se percató de que su hermano sudaba a causa del miedo. Hasta ahora siempre le había consolado prometiéndole que él lo arreglaría todo, pero esta vez no lo hizo. Era hora de que saliera del capullo y afrontara la vida. Era de la familia, y un Vermonth no huye ante el peligro, lo afronta. 
  Tras unos minutos de silencio agitado, cada uno decidió volver a su habitación.
  Al llegar a la suya, Dorian sintió un nudo en la garganta. Iba a desobedecer a su padre. Pero a pesar del miedo que le presionaba, sabía que hacía lo que tendría que haber hecho mucho tiempo atrás. Seguir lo que su corazón le decía. Salvaría a Silianna.






Tras haberse confrontado a su padre, Dorian parece tenerlo claro... ¿Estará viva Silianna? ¿Acabará yendo de verdad a salvarla? ¿Tendrá su misión éxito?

No te pierdas la continuación de la historia de Ecos del pasado!


¡Un abrazo desde Lon'thara!



2 comentarios :

  1. Me ha gustado mucho esta continuación, veo en cada uno de los hermanos una faceta clara y sorprendente: el hermano protector en Dorian, el hermano que nunca ha debido pasar por penurias y siempre se ha escudado en su gemelo (Rellian) y el hermano que siempre ha estado para su media naranja, protegiéndolo de su propia debilidad (Briggan). La siguiente parte promete y mucho, ya tengo ganas de seguir leyendo :)

    Respecto a la ortografía, hay varios fallos que me gustaría señalarte: algunas comas que faltan en las apelaciones (ej. No me hagas esto Dorian), en fragmentos como ese hace falta una coma para referirse al personaje al que se habla; la aclaración entre guiones de que personaje habla (hay partes en que está muy claro y otras en las que no tengo ni idea de si es Briggan o Rellian el que habla); algunas frases que me da la sensación de que quedan cojas, que no me convencen mucho; y por último alguna tilde que se te ha colado y no debería estar (ej. prohíbo).

    Eso es todo, excelente trabajo como siempre. Esperó no tener que esperar demasiado para seguir leyendo :)

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    1. En realidad es al revés; Briggan es el sobreprotegido y Rellian quien va detrás del otro ;)

      En cuanto a la aclaración de quién habla, creo que queda bastante claro quien es el que interviene, pues aunque sea de forma indirecta, indico quien habla, y si nada se dice es que sigue siendo el mismo quien habla, y creo que por el contexto se entiende perfectamente.

      Y prohíbo con tilde está bien escrito :)

      !En menos de una semana tendrás la siguiente entrega! Gracias por seguir leyendo :)

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