Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

martes, 29 de marzo de 2016

The Versatile Blogger Award

¡Porque yo también soy del gremio!


Siguiendo la dinámica de la iniciativa «The versatile Blogger», voy a nominar a 7 personas, y revelar 7 cosas sobre mí ^^


En todo caso le digo gracias a Melanie Lescano, propietaria del blog Viajera Literaria por haberme nominado a mí :)

Un abrazo, Melanie.




Normas

  • Seguir y nombrar al blog que te nominó 
  • Contar siete cosas sobre tí.
  • Nominar a blogs con pocos seguidores
  • Dejar en su blog un comentario de que los nominaste —esto va a ser paliza xD—


Bien, allá vamos con las confidencias de la autora de Ecos del pasado —o sea, yo xD— y esperemos que no se vuelva dramática y no cuente cosas exageradas :p



7 Cosas sobre mí

1. Suelo ser muy estricta con la comida, por lo que los días que hago excepciones, devoro chuches y pizzas.

2. Me encanta escribir, cantar, dibujar y bailar —y un día me apuntaré a teatro—.

3. Mi último viaje ha sido a Escocia, y puedo decir que ha sido uno de mis favoritos. Pero me quedé con las ganas de cabalgar por las colinas verdes de los Highlands.

4. Soy capaz de improvisar canciones, ajustando lo que quiero decir al ritmo de la canción que elijo en el momento.

5. Soy adicta a los juegos de rol y aventura gráfica.

6. No aguanto a los que afirman algo sin tener ni idea.

7. Recuerdo lo que sueño el 99% de veces.



Nominados





¡Ha sido muy divertido! ¡Espero que se animen los nominados! 

¡Un abrazo desde Lon'thara! ^^


viernes, 25 de marzo de 2016

En la piel de un Vermonth


¿Hasta qué punto vale la pena arriesgarlo todo cuando no sabes si valdrá la pena?



¡Hola de nuevo! Queridos lectores de Ecos del pasado, espero que estéis disfrutando de la Semana Santa, aunque ya quede poco de ella. Por ello, aprovecho este día para daros la continuación del capítulo 3. El amor de un hermano, y lo podáis disfrutar durante el fin de semana ^^ 


Seguimos con la conversación que dio comienzo en la entrada anterior, donde la familia Vermonth está tomando posiciones en cuanto al futuro de Lon'thara y la familia. 
Como habéis visto, Dorian no parece estar dispuesto a ceder a las órdenes de su padre...

Y sin más dilaciones, os dejo con la historia de Ecos del pasado!



«De mirada severa y paso firme, Itgard Vermonth es la máxima autoridad en Lon'thara, 
y nadie se atreve a contestar su poder, si bien saben que es un hombre justo 
que se preocupa por su ciudad. Absorbido por el trabajo, 
a menudo se le olvida que tiene una familia».



by TeiIku




 3. El amor de un hermano

(2º parte)


Rellian fue el primero en reaccionar.
  —Con el debido respeto, padre, esta misión es suicida. Es verdad que tenemos una gran fuerza naval y un ejército numeroso preparado contra tormentas y mareas, pero los guerreros de las tierras heladas son bien conocidos por sus drakkares, superiores a los nuestros. Aun con magia, no sé si podríamos… hacerles frente.
  —Podremos, hijo, Drian el pacificador me lo ha vaticinado. — Itgard se levantó de su sillón de cuero granate y apoyó las manos sobre la mesa de su escritorio—. Seremos el brazo de nuestro dios marino, y la lanza que que dará alcance a su mano. No podemos fallarle. 
  Briggan no entendía nada. ¿Guerra, heladas, navíos, lanzas? Briggan era un hombre vago y aunque era diestro en la magia, los barcos no le gustaban mucho a causa de los mareos que le producían. Aun si calmaba la marea que mecía el barco donde se encontraba, no resultaba; la sensación de enfermedad no se iba hasta que pisaba tierra firme. A Rellian siempre le había parecido graciosa aquella situación tan incongruente. ¿Cómo es que un mago de la rama acuática no soportaba el agua?
  —Y-yo… no creo que pueda ir… sería mejor que me quedara aquí protegiendo la ciudad, por si lograran llegar aquí o…
  —No, Briggan, iréis todos sin excepción como representantes de la nación. Es una orden, y no hay otra opción. No hay lugar para los cobardes en esta familia. Ni para los soñadores. —Reprendió con la mirada a Dorian. Su padre conocía su pasión por la poesía y no le hacía mucha gracia—. Aun así, como os he dicho no es algo seguro, pero tenía que advertiros de ello, pues la preparación exige un tiempo, y en ella invertiréis cada gota de sudor a partir de mañana. 
  — ¿Y por qué una guerra? ¿A qué viene todo esto? Desde siempre hemos apoyado la neutralidad y los años de paz porque serían nuestra perdición, ¡son demasiado fuertes!
  Itgard no dijo nada. Dorian se percató de que tal vez su padre tampoco estaba del todo de acuerdo con todo aquello. Era demasiado confuso y repentino. No tenía sentido. 
   —Has dicho que iréis a parlamentar con ellos antes de nada. ¿Qué es aquello a lo que teméis tanto que podría provocar tanta destrucción y miseria?
  —Es… algo que solo podemos saber los Grandes Arcanos. Tendréis que perdonarme, hijos míos, pero así lo han querido los dioses.
  — ¿Y pretendes que arriesguemos nuestras vidas por algo que desconocemos? —Rellian siempre había sido el más reluctante—. No lo entiendo, padre.
  —Son órdenes directas de su grandeza Drian el pacificador. Yo las acato, al igual que todos vosotros.
  — ¡Tú mismo sabes que esto es ridículo!
  —Yo no decido las cosas, Dorian.
  — ¡El Elemental se está sirviendo de nosotros! ¡Esto es absurdo!
  — ¡Habla con respeto cuando se trata de ellos! ¡Si ha dicho que iremos a la guerra, lo haremos de cabeza! ¡Y ni una palabra más! ¡La vida que habéis tenido hasta ahora es gracias a los dioses, y nadie más!
  —Pues yo no podré hacerlo — replicó Dorian. 
  — ¿Cómo te atreves…?
  Los dos gemelos sintieron un aire glacial soplar en la habitación. Dieron un paso hacia atrás para apartarse. 
  —Padre, tú también lo sabes, lo noto en tu tono, la confianza no le acompaña; esta hipotética guerra es un sinsentido. Algo más se esconde aquí. 
  —Hijo… eso ya lo sé. Pero no es nuestro cometido indagar en ello si no se nos dice más. Ya sabes que los caminos de los dioses son inescrutables. 
  —Yo necesito razones fundamentadas en algo tangible. 
  —Has de tener fe.
  Dorian no contestó a aquello, pues al contrario que su padre, el carecía de ella. Sabía que los Elementales existían, y que eran poderosos, pero hacía mucho que había dejado de creer que actuaran realmente para el bien de sus siervos, los humanos. Tenía la impresión que jugaban a un juego en el que solo ellos participaban olvidándose del resto.¿Y ahora esto? ¿Qué clase de maquinaciones se traían entre manos? ¿Acaso lo hacían por el bien de la humanidad, o eran simples peones que mover para sus propios problemas?
  —Has olvidado a Silianna.
  Si ya antes le parecía que la cara de su padre era pálida, ahora era blanca como el papel.
  — ¿Cómo osas decirme eso…? —Sus ojos parecían salir de sus órbitas.
  —No has hecho nada para buscarla o saber de ella. Yo ya estoy harto de esperar. Voy a ir a dónde está.
  — ¿Que tú vas a qué? ¡Ni siquiera sabes por dónde empezar!
  —Iré a donde tenía que dirigirse su escuadrón, y de allí empezaré a buscar. No han podido desvanecerse. Sé que han partido hacia el sur.
  — ¡Me niego a que vayas! ¡Te acabo de decretar tus nuevas responsabilidades junto a tus hermanos!
  —Pueden hacerlo ellos solos perfectamente, ya son mayores para ello. Siempre dices que como segundo hijo, mi deber es proteger a la familia. Voy a salvar a Silianna.
  — ¡Tú deber es proteger a tu familia preparándote para la guerra! —Itgard hizo una pausa para tragar saliva. Esas últimas semanas habían sido demasiado estresantes y hacía mucho que no descansaba bien—. Hijos, no os lo había dicho pero ya he enviado una partida de búsqueda en pos del escuadrón de vuestra hermana. 
  — ¿Y por qué no nos lo has dicho? —Esta vez fue Rellian quien intervino—. ¡Nosotros estamos preocupados y lo sabes, y sin embargo no nos dices nada de todo esto!
  —Pensaba contaros lo que supiera a la vuelta de mis hombres.
  — ¿Y bien?
  —Aún no han vuelto.
  Dorian lo tenía cada vez más claro. Silianna estaba en un grave peligro.
  —Padre, me voy a ir, lo quieras o no. Lo tengo decidido desde hace días. Lo siento, pero para mí es la prioridad. 
  —No me hagas esto, Dorian… Te necesito como combatiente, como mago y como hijo.
  —Si tanto necesitas a otro hijo, ¿por qué no se lo pides a Derek?
  En apenas tres segundos el blanco fantasmal del rostro de Itgard se tornó al púrpura oscuro.
  — ¡Te prohíbo que hables de él! ¡Ni aquí ni en ninguna otra parte! 
  — ¡Aunque no lo quieras, él también es tu hijo!
  Rellian le agarró el hombro a Dorian presionándole con la mano, pidiéndole que dejara aquella conversación. No era el momento.
  Itgard se mantuvo en un inquieto silencio. Ya ni siquiera miraba a Dorian. Ninguno de los tres se atrevió a hablar.
  —Dorian. —Toda rabia había desaparecido de su voz dejando paso a su hostil tono tranquilo y frío; el más peligroso de todos—. Te quedarás aquí para con tu familia, es tu obligación. —Atravesó a Dorian con sus fríos y claros ojos azules. Brillaban con una chispa azul eléctrica—. No he olvidado a Silianna, te lo aseguro, y pronto la encontrarán y podrá regresar para ayudarnos en lo que nos espera. No hay más que añadir. Ahora dejadme descansar, se ha hecho tarde.
  Ni Dorian ni los gemelos dijeron nada, y salieron a la vez cerrando tras de sí la puerta de roble de su despacho. Se miraron los tres sin saber bien que decir, mudos a causa de todo lo ocurrido. Briggan parecía ser el que estaba más perturbado, no era un hombre de guerra, la lucha siempre le había petrificado de miedo escondiéndose detrás de su gemelo a la vista de cualquier amenaza. La caza y el vino era a lo que estaba acostumbrado y personalmente no quería experimentar nada nuevo. Rellian se percató de que su hermano sudaba a causa del miedo. Hasta ahora siempre le había consolado prometiéndole que él lo arreglaría todo, pero esta vez no lo hizo. Era hora de que saliera del capullo y afrontara la vida. Era de la familia, y un Vermonth no huye ante el peligro, lo afronta. 
  Tras unos minutos de silencio agitado, cada uno decidió volver a su habitación.
  Al llegar a la suya, Dorian sintió un nudo en la garganta. Iba a desobedecer a su padre. Pero a pesar del miedo que le presionaba, sabía que hacía lo que tendría que haber hecho mucho tiempo atrás. Seguir lo que su corazón le decía. Salvaría a Silianna.






Tras haberse confrontado a su padre, Dorian parece tenerlo claro... ¿Estará viva Silianna? ¿Acabará yendo de verdad a salvarla? ¿Tendrá su misión éxito?

No te pierdas la continuación de la historia de Ecos del pasado!


¡Un abrazo desde Lon'thara!



martes, 22 de marzo de 2016

Los géneros más leídos por los españoles


Venga, algo de información para variar :)




Tras unas horas de búsqueda en las encuestas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), he decidido elaborar esta figura donde se muestran los géneros más leídos por los españoles. 


El TOP 3, como podéis ver, está formado por:


1. Novela histórica

2. Novela en general —los que leen diversos géneros sin centrarse en uno en específico—

3. Novela de aventuras



Para mi mayor sorpresa, el género fantástico se queda en 9º posición.... pero bueno, ¡más razón para esforzarse en contentar a los «pocos» lectores que tenemos! 
  Aún así, quiero especificar que aquí los encuestados sólo podían elegir un género, por lo que perfectamente podrían haber parado más votos en fantasía. 

Véase aquí la encuesta completa, elaborada en el año 2014.
Entre el hecho de que España no es el paradigma de la lectura —véase artículo «Por qué en España no se lee»— y las estadísticas para los escritores de fantasía no nos favorece, ¡más razones para apoyarnos! 
Por suerte, esta encuesta no cuenta con el amplio e interesante mercado latino, donde miles de lectores leen fantasía —entre otros, por supuesto— con avidez :) 

América del Sur, América del Norte, América Central, Curazao, Aruba, Philippines, Puerto Rico, Cuba, España y algunos países de Europa, Guinea Ecuatorial y otros.


¡Suerte tenemos que el español sea el 3er idioma más hablado en el mundo!
Como podéis ver este mapa, aquí se nos muestran los países donde se habla el español, con un total de 427 millones de personas en 31 países, de las cuales 399 millones lo hablan siendo su lengua materna, y 89,5 millones como segunda lengua. Estos datos fueron extraídos de  la 19º edición de Ethnologue de 2016.

¿Y a vosotros? ¿Qué géneros os gustan más? —a parte del fantástico, claro, sino no estaríais aquí (o sí jaja)—. 

Espero que os haya resultado interesante :)




¡Un saludo —qué demonios, ¡un abrazo!— desde Lon'thara!






viernes, 18 de marzo de 2016

Dorian Vermonth el poeta


¿Cuánto estarías dispuesto a dar por tu familia?



¡Buenas tardes a todos! Con esta entrada da comienzo al capítulo 3 de Ecos del pasado, la novela fantástica del momento. 

Poco a poco voy introduciendo a nuevos personajes, siendo aquí la familia Vermonth un pilar importante de la historia. Ya todos conocemos al taciturno y solitario Derek y al encantador Dultas, pero la familia no se queda ahí...

Así, os deseo a todos un feliz comienzo de Semana Santa, ¡y espero disfrutéis de la historia de Ecos del pasado!




3. El amor de un hermano

(1º parte)



Si había algo que Dorian aborrecía era que trataran con su caballo sin su permiso, pues podía ponerse nervioso, dar coces al azar o provocar accidentes, y ya le cansaba tener que excusar la actitud de su fiel compañero. Había necesitado mucho tiempo para ganar su confianza y tener un cierto control sobre él, y aun así no siempre se dejaba hacer, mereciéndose por ello el nombre de Tormenta. Era un animal muy rebelde y de carácter difícil. Ahora se sentía algo culpable por haber echado una reprimenda a aquel criado, pero aunque solo fuera un niño, debía conocer las normas. La primera, no acercarse a su caballo y aún menos tocarlo.
  Como ya había bajado a las cuadras decidió aprovechar la ocasión y cabalgar por la costa. Normalmente cuando lo hacía le acompañaba su primo Dultas con el que tenía una relación estrecha y pasaban el tiempo con conversaciones sobre todo y nada, conspirando juntos para atraer a las féminas que paseaban, sin mayor dificultad que sonreírlas con encanto, pues los dos habían sido bendecidos por los dioses con su aspecto; Dultas era atractivo, pero Dorian era realmente bello, hasta tal punto de dejar a más de una anonadada. Sabedores del efecto que provocaban en las mujeres, aprovechaban la situación llevándoselas a la cama sin dar nada a cambio cada vez que tenían ocasión. Aquella actitud infantil y egocéntrica desagradaba a Silianna. Y aunque los dos habían aprendido a hacerle oídos sordos, Dorian sabía que le incomodaba a su primo las reprimendas de Silianna, pues desde siempre se había sentido atraída por ella, y aunque Dultas jamás reconociera sus sentimientos, Dorian supo verlo en sus ojos. Habían sido desde la infancia compañeros de juergas, amigos de confianza, y habían aprendido a conocerse de memoria el uno al otro. 
  Pero esa tarde Dorian prefería estar a solas con sus pensamientos. Llegó a la costa y desmontó del caballo para sentarse descalzo en la arena mojada. Se quitó la capa azul marina de la espalda y se concentró en el vaivén de las olas. No tuvo que esforzarse demasiado para conseguir moverlas a su voluntad. Siempre le entretenía aquella danza, en la cual a través de la magia creaba a partir del agua criaturas salvajes que nadaban impetuosas sobre las indomables olas y volando por los aires en movimientos circulares, ascendiendo cada vez más alto hasta alcanzar el cielo. Cuando consiguió alzar aquel pájaro de agua a una distancia considerable, lo hizo casi enseguida descender vertiginosamente en picado, rompiéndose en múltiples gotas frías al volver a fundirse en el embravecido mar. Después dibujaba, inspirado por su baile, los trazos del agua. 
  A Dorian le gustaba la poesía aunque no lo confesara a nadie, pues como vástago de Itgard Vermonth su destino era ser caballero. No podía apartarse de aquel camino, y la poesía era algo inconcebible para su padre. Un hombre de guerra no podía perder el tiempo en fantasías absurdas e inútiles, sino centrarse únicamente en el combate para luchar con bravura. La tradición de los Vermonth siempre había sido la misma generación tras generación; mientras que el primero representaba a la familia en asuntos diplomáticos y políticos, el segundo juraba protegerla con su espada. Silianna había sido la primera, y a pesar de ser mujer demostraba unas habilidades para el liderazgo que muy pocos podían presumir tener. Como persona excepcional que era, Itgard no pudo ignorarlo y decidió que ella sería la futura cabeza de familia y Dorian sería el caballero que defendería su honor, sin lugar a discusión.
  Su tío, el padre de Dultas, tuvo que desempeñar la misma función y renunciar a una vida plácida. En cuanto partió hacia las tierras del sur fue cuestión de tiempo que acabara cayendo en manos de la muerte. Había luchado con valentía y honor, se dijo, y aunque sonara muy bien, su sacrificio tendía a carecer de sentido actualmente. 
  La era de los caballeros había terminado para dejar paso al de la magia. Dorian tuvo la suerte de nacer con el don de la magia al contrario que su primo, quien aunque nunca había demostrado queja alguna, sabía que le acomplejaba tal carencia. Durante toda su adolescencia había tenido a los mejores instructores de magia y combate, aunque en esta última disciplina dejaba mucho que desear; no era un secreto que sus gustos se inclinaban más por el arte literario.
  Y aunque para muchas otras cosas era el ejemplo a seguir, Dorian sabía que su padre no lo reconocería jamás como tal. No; para Itgard, su hijo no era más que un amateur de poesía que perdía el tiempo con asuntos de faldas. 
  Aun así, aunque no fuera el mejor caballero de la ciudad y aún menos de la nación, era un hombre que sabía defenderse a través de las artes mágicas. Como hijo de uno de los Grandes Arcanos, debido a sus responsabilidades y notoriedad a veces le pesaba tener que estar siempre analizando las consecuencias de sus actos. Cada gesto, cada pensamiento, cada palabra dicha era fríamente estudiada con el objeto de crear todo un símbolo en su persona; el protector de la ciudad. 
  Todo una farsa. Y aunque en una cierta época quiso hacer un esfuerzo para que su padre le dedicara una sola mirada de aprobación, al ver que su padre se había dejado de interesar por él, como por todos los demás —salvo tal vez por Silianna—, dejó aquella mascarada.
  Su estado de ánimo pesaba como una losa. Ya hacía tres meses que su hermana Silianna había partido, y tras varios días en la costa reflexionando, Dorian lo había decidido: iba a partir en su búsqueda con o sin la aprobación de su padre. Y era el momento de ir a contárselo.
  Volvió a montar en su caballo y yendo al trote llegó rápidamente a la mansión de los Vermonth. Siempre pensó que aquel lugar era demasiado extravagante con sus tres edificios principales, siete jardines que los rodeaban, sus enormes caballerizas donde se dejaban los carruajes y los caballos, sus inmensas salas de baile, las infinitas estanterías repletas de libros en la biblioteca central, las numerosas habitaciones de las cuales apenas se ocupaban una parte… Todo era demasiado grande, dando la sensación de que estaba vacía. Al final todo giraba en torno a las apariencias y la grandeza. 
  Subía las anchas escaleras de mármol blanco exteriores para alcanzar la entrada principal cuando coincidió con sus dos hermanos gemelos Rellian y Briggan. Los dos tenían el pelo dorado como el trigo a diferencia de la mayoría de los Vermonth, y unos enormes ojos redondos de color azul; en eso sí que coincidían con el resto de la familia. Eran de la misma altura, y vestían con jubones de cuero marrón a menudo, pues les gustaba aquel estilo clásico. Lo único que les diferenciaba era que el primero tenía un lunar justo encima del ojo izquierdo y una mirada más melancólica. 
  En carácter sin embargo distaban mucho el uno del otro, lo que facilitaba distinguirles. Mientras que Rellian era tranquilo y discreto siempre con la nariz hundida en algún libro, Briggan era de los que preferían la fiesta y al parecer en los últimos meses se daba a la bebida en demasía.
  Rellian saludó a Dorian con la mano desde arriba en las escaleras.
  —Hola, hermano, justo apareces en el momento oportuno, pues te buscábamos. Padre nos ha pedido ir a verle ahora mismo.
  —Buenas tardes, Rellian, y a ti también, Briggan. ¿Os ha dicho para qué quería vernos?
  —No, solo que fuéramos ya.
  —Vamos pues.
  Dorian los alcanzó subiendo las escaleras mientras Briggan lo miraba con una extraña sonrisa en la cara.
  — ¿Qué tal hoy el mar?
  — Inquieto.
  Los tres se presentaron ante la puerta del despacho de su padre, y Briggan golpeó la puerta. Se oyó una voz provenir del interior que les invitaba a pasar. Entraron. 
  Dorian no pudo evitar alzar las cejas sorprendido; su padre parecía haber envejecido años desde la última vez que le había visto tres días atrás. Desde hacía ya dos meses parecía desgastarse a ojos vista: sus mejillas habían perdido color, las arrugas se habían multiplicado y sus ojos estaban hundidos en su terna piel. La desaparición de Silianna le afectaba más de lo que jamás admitiría. Aunque le indignara, no podía evitarlo, sentía envidia por su hermana desparecida; parecía ser la única que provocaba tales sentimientos en él. Se preguntó si su padre hubiese tenido el mismo aspecto decaído de ser él quien hubiese desaparecido.
  — ¿Querías vernos, padre? —Briggan siempre había sido el impaciente de la familia y quería irse lo antes posible para seguir con sus actividades. Solía salir de caza disfrutando de la adrenalina al abatir sus presas. Aunque a Rellian no le gustaba mucho aquello, se lo toleraba con la condición de que muriesen con rapidez. Odiaba hacer sufrir a los animales.
  —En efecto. —Incluso con aquel aspecto lograba intimidar a sus tres hijos con su simple presencia. Su timbre de voz era autoritario y grave, aunque algo ronco—. Tengo algo importante que anunciaros. El dios de los mares me ha hablado, y os he elegido para la misión que me ha encomendado. —Miró uno a uno—. Hay ciertas desavenencias con los líderes de los Hielos de Mundras. Iré allí a parlamentar para… buscar una solución. Pero de no salir como está previsto, tendréis que actuar. Puede que se acerque una guerra, y como hijos míos deberéis estar preparados para ella. Se acabaron las juergas, los libros de filosofía y la poesía. Fuisteis entrenados de jóvenes, pero el tiempo os ha hecho ociosos y perezosos. Tendréis que volver a servir con la espada, para que cuando llegue el indeseable momento zarpéis hacia el continente Plateado y cumpláis con vuestro deber. Ahora no entendéis nada ni sabéis la cuestión de fondo de la situación. Ni lo sabréis, pues el objetivo es mantener lo desconocido en las sombras. Pero debéis creerme cuando os digo que lo hago por el bien de todos. 
  Ninguno de los tres podía dar crédito a lo que oían. Su padre había perdido la cabeza.



¿Que dirán los tres hermanos Vermonth? ¿Aceptarán las órdenes de su padre, o más bien le desobedecerán? 
Y Dorian, podrá partir en busca de su hermana tras la nueva noticia? 

Esto y más, ¡en el próximo capítulo de Ecos del pasado!


¡Un abrazo desde Lon'thara!

martes, 15 de marzo de 2016

Curiosidades del capítulo 1: Vacía




¡Muy buenos días a todos, lectores de Ecos del pasado!


Lo estuve pensando, y quiero compartir con todos vosotros curiosidades que ocurrieron en el «making of» de mi primer libro, «La danza del fuego», donde antes de plasmar lo que todos habéis leído hasta ahora, había escrito versiones diferentes, conversaciones que nunca tuvieron lugar, personajes que nunca existieron...



Espero que os guste y os entretenga durante la espera de las próximas publicaciones :)


Aquí van las 10 CHALADURAS o CURIOSIDADES del capítulo 1: Vacía de ECOS DEL PASADO






El título Ecos del pasado en un principio lo elegí como nombre aleatorio de la carpeta donde lo guardo todo sobre la novela porque no se me ocurría nada mejor, pero al final se mantuvo. 





El personaje de Dultas fue puramente inspirado de Shigure, personaje del manga Fruit Basket, tanto para su apariencia física —no en los colores, puesto que Dultas tiene el pelo cobrizo y los ojos de color azul como el mar— como por su carácter algo vacilón y de Don Juan. 
La escena en la que Claire —la joven amnésica en ese momento— empieza a oír voces en su cabeza que le provocan un gran malestar mientras los primos Vermonth discuten fue añadida en la versión final. En la versión anterior no ocurría nada y esperaba impaciente a que terminaran su discusión.


Antes de empezar con la escritura del libro, los únicos personajes que tenía ya previstos eran Derek, Dultas y Claire, los únicos que aparecen en el primer capítulo. Los demás los fui inventando conforme avanzaba la historia. 


La creación del personaje Claire me vino en mente jugando a las muñecas de pequeña en una escena de acción —tenía articulaciones y ropa oscura que emulaba el cuero, por lo que no era difícil montarme mi película con ella :p—. Desde entonces la evolución del personaje ha ido en progreso hasta hoy. 


En un principio la historia de Ecos del pasado iba a estar compuesta únicamente de tres volúmenes, es decir, una trilogía. Pero a causa de la extensión que me ha ocupado la primera novela, se alarga a una saga de cuatro, puede que más libros —no os asustéis, dudo que sean más de cuatro—.


Siempre que escribo, sistemáticamente tiene que ser con música de fondo. Suelo elegir BSO o música épica de videojuegos para inspirarme y crear el ambiente necesario para la escena que toque. 
Algunas de las que me han inspirado de verdad son: 

Y muchos más :)


Únicamente dos de los personajes que hay hasta ahora han sido creados pensando en una persona real de mi entorno personal en concreto: Miriadden y Derek. 


Soy de las que al volver a leer su libro, se parte de la risa con las escenas graciosas. Vamos, que me río de mi propio humor —pensando «qué buena soy» jajaja—. A su vez, muchas de las escenas tristes que he tenido que escribir me han hecho llorar —para que veáis cómo me meto en el papel del personaje—.


Y la última... hay dos versiones de mi mapa de Ecos del pasado. El que ha sido subido al blog, y uno que hice anteriormente con el paint. Aunque me da algo de reparo, os lo enseño para que veáis mi mejora :)


ANTES (cutre)


AHORA (chulo)


Creo que... mejor, ¿no? xD




¡Y con esto es todo! Pequeñas anécdotas de Ecos del pasado que quería compartir con vosotros, tal vez os parezcan curiosas o absurdas, pero espero que al menos os hayan entretenido :)

¡Un saludo desde Lon'thara!









viernes, 11 de marzo de 2016

Capítulo 2: La furia de un dios Completo


Capítulo 2: La furia de un dios


Para la mayor comodidad de todos mis lectores, os pongo aquí el formato de lectura para que podáis leer el capítulo 2 de Ecos del pasado de un tirón sin tener que ir yendo de entrada en entrada, al igual que hice con el primero y que haré con el tercero. Como había más hojas, he tenido que dividirlo en dos, espero que no os incomode :)


¡Espero que os guste y se os haga ameno!




¡Saludos desde Lon'thara, y buena lectura!


jueves, 10 de marzo de 2016

Final del capítulo 2: La furia de un dios


Y con esto, el capítulo 2 queda completo.


He de decir que el primer capítulo es el más corto de todos. Normalmente los demás tienen la misma extensión que el segundo. Con esta publicación, ya podéis leeros el capítulo 2 enterito :)

Si os dais cuenta, esta escena es la misma que nos habíamos encontrado en «El abandono prematuro» sólo que contado desde otra perspectiva. ¡A ver qué os parece!

Así pues, ¡os dejo con la lectura de Ecos del pasado!


«Se preguntó si alguna vez se acordaría de su nombre siquiera. 
Ella lo recordaba todo de él: su profunda voz, 
su solitaria sonrisa, su mirada cargada de aflicción 
y su cabello cobrizo, despeinado por 
la brisa otoñal...» 






2. La furia de un dios (última parte)


Miriadden se sentía completamente estúpida. Solo ella podría haber hecho algo así, pues acababa de perder una ocasión de oro para entablar al fin conversación con Derek Vermonth.
  Justo al terminar las clases de la mañana, pasó como cada día hacía por el parque que había en frente de la academia, y vio una figura apoyada contra un tronco viejo y seco. Derek estaba durmiendo profundamente. No pudo evitarlo, la tentación fue más fuerte que ella y tenía que verlo de más cerca, oír su respiración, regular y pausada a causa de su estado de inconsciencia, sentir su aliento que se escapaba de sus labios entreabiertos… decidió sentarse a su lado discretamente para no despertarle, y poder admirarle en silencio. Al apoyarse contra el suelo se percató de que probablemente acababa de manchar su túnica arrugada con la tierra húmeda, pero le dio igual, valía la pena.
  Era aún más hermoso cuando dormía; sus rasgos faciales se suavizaban al contrario de cuando estaba despierto, arrugados y desconfiados. Soplaba una suave brisa otoñal, meciendo su suave cabello. Ella también quería tocarlo, acariciar su pelo, sus mejillas, su cuerpo. Todo en él era perfecto, su voz, sus ojos, sus manos, incluso su aura solitaria.
  Si Miriadden sintió que le iba a explotar el pecho en la clase de estrategia naval, en aquel momento iba a estallar. ¿Qué era lo que tanto le atraía en él? ¿Por qué justo él? El que siempre estaba solo, apartado del resto de la gente, el menos accesible. 
  « ¿Por qué tú? Yo ni siquiera lo pedí… solo quería venir a estudiar en la Academia, para tener el futuro que mis padres querían para mí, y entonces…»
  Estaba confusa. Tenía que reordenar sus ideas en la cabeza, o al menos enfriarlas. Se sentía totalmente vulnerable ante él. Vio por el rabillo del ojo que Derek se agitaba en sueños. Parecía estar pasándolo mal, tal vez una pesadilla. No quería despertarlo, así que esperó a que se le pasara. Pero no se le pasaba.
  — ¿Derek…? ¿Estás bien? —No se atrevió a decirlo muy alto, pues en realidad no quería romper aquel momento. 
  Sin embargo, no pudo evitar preocuparse. Parecía tan triste…
  —Derek…
  Esta vez fue apenas un murmullo. Quería estar a su lado, decirle que ella no le dejaría solo si él lo quería. No volvería a estar triste.
  Lo que empezó siendo ligeros temblores, se convirtieron en espasmos. Aquello no era normal. Miriadden empezó seriamente a preocuparse. Tenía que despertarle, a la porra el momento idílico. 
  —Por favor, Derek… ¡Despierta!
  Entonces pareció calmarse: iba a despertarse. De repente, Miriadden sintió pánico. No quería que le viera, le daba demasiada vergüenza, le daba miedo su reacción. ¿Se enfadaría? ¿Se sentiría espiado? No fue lo suficientemente valiente para averiguarlo. Se levantó enseguida y se fue corriendo al otro lado del parque, a esconderse tras unos arbustos.





Se sentía como una cría tonta, pero… ¿qué otra cosa podría haber hecho? Aún era pronto como para entrar en su corazón… Lo que ella no sabía es que nunca lo lograría. 
  Lo que sí se atrevió a hacer fue mirar detrás del arbusto tras el cual se ocultaba, para ver si Derek se había percatado de su presencia.
  El joven reaccionó a la luz del sol tapándose la cara, pues lo tenía justo de frente. Miriadden se mordió el labio. Vio al joven parpadear unas cuantas veces, y ladear la cabeza de un lado a otro, como si buscara algo, o a alguien. ¡La había oído! Le sudaban las manos de los nervios. ¿Y si la había visto también? ¿Sabría que había sido ella? 
  A los pocos minutos, Derek se puso de pie y empezó a andar en la dirección opuesta a donde ella se encontraba. La morena se quedó en el sitio sin moverse, abstraída con la vista fija en el árbol donde unos segundos antes se encontraba Derek. 
  En aquel momento, al verlo partir, fue ella quien se sintió completamente sola.



jueves, 3 de marzo de 2016

Ojos negros


¡Nuevo capítulo de la novela fantástica Ecos del pasado parte I: La danza del fuego!


Poco a poco la historia va tomando forma, y con ello nueva información sobre Lon'thara y el mundo de Ecos del pasado, concerniente a los Elementales —los dioses— y algo de la cultura sobre la ciudad. 
Y atentos, pues aquí introduzco un elemento que más tarde tendrá una repercusión de mucho peso en la historia...

¡Disfrutad de la lectura!


«Sus ojos negros te atrapaban incluso sin necesidad 
de que expresara nada en ellos. 
Como a una mariposa presa en la tela de araña, 
su  mirada te atraía irremediablemente
hasta el inevitable desenlace fatal».








2. La furia de un dios (10º parte)


Claire jamás se imaginó que el local de Dultas tuviera tantas maravillas; era cierto que no le había dado muchos detalles al respecto, pero eran tantas las cosas misteriosas expuestas en la tienda que no sabía dónde mirar. 
  — ¿Te gusta alguna cosa?
  Se sobresaltó ante la pregunta, pues estaba tan absorta que se le había olvidado que Dultas estaba justo al lado de ella.
  —Es… increíble —dijo admirativa—. ¿De dónde has sacado todo esto?
  — ¿Reconoces algún artículo? Al ser amnésica, la verdad es que no sé qué deberías saber o no…
  —Esto… me resulta familiar. 
  Señalaba una esfera con piedras de tonos anaranjados engastadas en la anilla que la rodeaba. El objeto era de un color azul grisáceo, como las losas del suelo. 
  — ¿Eso? Es una especie de huevo hecho de piedra. No se puede abrir, pero parece hueco. Aunque las piedrecitas que conforman el aro a su alrededor tiene cierto valor. 
  —Oh. ¿Entonces es una simple esfera? ¿Cómo una pelota? ¿No hace… nada en especial?
  —Nada salvo decorar. —Dultas le sonrió afectuosamente. Le recordaba a una chiquilla curiosa—. Cuando tengas dinero para pagarla, te la daré encantado.
  —Pero si no tengo dinero.
  —Ya lo tendrás algún día. Seguro que para entonces, seguirá aquí. Aunque yo que tú me daría prisa, siempre hay clientes interesados…
  Claire empezaba a comprender la naturaleza de Dultas. Puede que fuera un hombre simpático y a su manera amable, pero era un oportunista de primera. Bueno, al menos tenía madera para los negocios.
  —Bueno, Claire, esta es mi pequeña cueva de las maravillas. Tú trabajo hoy será muy sencillo: vas a quitar el polvo, limpiar y frotar las estanterías del ala izquierda y las del fondo. La derecha no quiero que la toques, tengo allí las piezas más antiguas y delicadas y no me haría ninguna gracia que estropearas o rompieses nada. De eso me encargo yo. Cuando termines de limpiar, quiero que des una vuelta por la avenida principal y atraigas clientes. Sobre todo los que anden cerca de la tienda de enfrente. Allí trabaja un hueso duro de roer, y tengo ciertas… cosas que resolver con él, así que empezaremos fastidiándole y robándole clientes. Se llama Odil, un completo idiota, y para tu desgracia un depravado y viciado de primer nivel así que ten cuidado con él, ¿entendido?
  — ¿Me pides que le provoque robándole clientes pero me dices que tenga cuidado? No sé si es...
  —Tranquila, si te molesta vienes aquí corriendo y yo te protegeré. ¿Así mejor?
  —Hmpf —rezongó pero en silencio. Era su primer día y no quería empezar mal. Si limpiaba muy despacio, a lo mejor con algo de suerte no le daba tiempo a salir a molestar a Odil—. Muy bien… 
  —Perfecto pues. ¡Manos a la obra!
  Mientras Claire intentaba ver la diferencia entre varios de los instrumentos de limpieza que le había dado, Dultas la observaba en silencio. Era de complexión normal y alta, con cierta musculatura en los brazos y los muslos, como si fuera una habituada al ejercicio, pero ni de lejos le afectaba a su atractivo femenino, que resaltaba aún más con el vestido largo que rozaba las tablas de madera del suelo. Era color malva y de mangas largas. Otra prenda que le sentaba muy bien debido a sus buenas proporciones. Su melena era rizada y rubia como el trigo. En su conjunto formaba un torbellino que a su manera tenía su orden establecido. Sus ojos eran oscuros y no tenían nada de extraordinario en sí, pero su mirada en cierto modo hechizaba. No sabía muy bien cómo explicarlo, pero tenían algo extraño. En cuanto a su fragancia corporal, gracias a los dioses y para la mayor alegría del Dultas, era de lo más agradable.
  Aquella mañana al salir de casa, Dultas pudo percibir el olor que emanaba de su cuerpo; lo que la noche anterior olía a inmundicias y perro muerto, ahora era albaricoque y almendras, mezclado con el sudor femenino a causa de la caminata hasta la tienda. Aquel aroma resultaba atrayente. Había dejado aquel perfume de albaricoque en su cuarto adrede para que se lo echara, pues le encantaba como olía en una mujer. La proveniencia de las almendras era todo un misterio.
  La joven que se encontraba ante él no se parecía en nada a la que vio aparecer en su casa. La chica desamparada y sucia que no podía retener sus lágrimas resultaba ser alguien más maduro de lo que pensaba. Tal vez siempre había sido así, y lo de ayer fuera fruto de su pérdida de memoria y desorientación. Podría ser que, de haber sido él, hubiera reaccionado igual. En todo caso, ahora ella estaba limpiando su tienda frente al escaparate que daba a la calle, justo como él quería. Así todo el que pasara la vería, y las posibilidades de que entraran a curiosear aumentaban. Llevaba una buena racha en su curva de beneficios, y tenía la intención de seguir. Ah, aquel día iba a ser muy rentable, lo presentía. 
  —Claire… ¿tienes alguna pregunta que te gustaría hacerme?
  —No gracias, aunque no recuerde nada, mis manos saben cómo limpiar, o eso creo.
  Dultas reprimió una sonrisa. 
  —No… me refería a preguntas… más generales. Sobre el lugar donde te encuentras, nuestras costumbres, algún edificio de la ciudad… 
  — ¡Ah! Pues sí, tengo miles de preguntas.
  —Hoy te dejaré formular solo dos. —Le encantaba jugar a ese tipo de cosas. No podía evitarlo.
  —Ya veo… —A Claire ya no le sorprendían aquella clase de respuestas—. ¿Qué día es hoy?
  — ¿Esa es tu pregunta? Bravento, la tercera semana del otoño. Esperemos que los Elementales nos proporcionen lluvias abundantes, el año pasado algunos campesinos se quejaron de las escasas recolectas.
  — ¿Los Elementales?
  —Sí, así se llaman desde que están, que para nosotros es desde el inicio de los tiempos. Ahora estamos en la Quinta Era, para ser exactos.
  — ¿Quiénes son? ¿Y por qué Quinta?
  —Ey, haces demasiadas preguntas. Solo te diré que es la Quinta porque llevamos cinco mil años de civilización. En cuanto a qué es un Elemental… ya te explicaré con más detalle, pero otra vez será. Por ahora quédate con la idea de que… son entes superiores.
  — ¿Son peligrosos?
  —Siempre lo son chica, pero para nuestra suerte, no suelen serlo para nosotros. ¡Y ahora déjate de interrogatorios! ¡A trabajar!
  Claire no pudo reprimir un mohín manifestando su disgusto, pero ante la autoritaria mirada de Dultas, decidió que lo mejor sería elegir como adversario el polvo de las estanterías. Dultas sonrió satisfecho y justo en aquel momento entró el primer cliente.
  — ¡Bienvenido sea, caballero! ¿En qué puedo ayudarle? —Dultas no pudo evitar frotarse las manos.