Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

viernes, 8 de abril de 2016

Asunto de dioses



Duphina de la fortaleza descubrirá una terrible verdad 


¡Viernes de nuevo! Lo cual se traduce en una nueva entrega de Ecos del pasado, la continuación de dos dioses en un momento crucial de la historia...
Duphina al fin descubre el por qué de los rumores, y cuales son las reales intenciones del dios de los mares. 
  ¿Será más fuerte el agua o el acero?



Os dejo disfrutar con la continuación de Ecos del pasado!



«Ese equilibrio al que todos aspiramos no es más que una blasfemia.»





 3. El amor de un hermano

(4º parte)



Fue al grano.
  — ¿Qué es eso de que hay un objeto peligroso en manos de mi gente? ¿Cuál es esa burda historia?
  — ¿No tenéis un arma letal capaz de derrotar a todo aquel que se oponga? —Aunque fuera una pregunta, a Duphina le pareció notar cierto sarcasmo en su tono.
  —Sabes muy bien que la mejor arma de la que disponen es disciplina, comunión y orden. No hay nada parecido a un «arma letal.» ¿Quién osa inventar tal embuste?
  —Puede que haya sido yo.
  Duphina no se esperaba aquella respuesta, no por su parte. Aunque los errantes le habían dicho que la fuente era Drian, no había querido creerlo pues no era propio de su carácter afable el hecho de hablar sin fundamento. No pudo evitar sorprenderse y alzar las cejas. Sorprender a un Elemental era prácticamente imposible
  — ¿He oído bien? ¿Qué esperas sacar de todo esto? ¿Por qué…?
  Dejó la frase en el aire al ver que Drian se levantaba, y lentamente giraba en dirección a ella. Tenía dibujada en su rostro una inquietante sonrisa. Parecía disfrutar de aquella situación. Nada de aquel ser le recordaba al Elemental de la rama acuática.
  —Porque estoy cansado, Duphina. Cansado del supuesto equilibrio que creamos.
  —Nos dividimos el mundo equitativamente, Drian, e incluso así sabes que a ti te ha tocado más y mejor que a otros.
  —No, Duphina. No me estoy refiriendo a un pedazo de tierra, y lo sabes. 
  — ¿Qué insinúas entonces?
  —Al principio, éramos seis, pero ahora no lo veo tan claro. Desde hace un tiempo, tengo la impresión de que solo tú y Vienna tenéis poder de decisión. 
  —Eso es absurdo, todo lo que decidimos lo votamos entre todos.
 — ¿Ah, sí? ¿Y qué me dices del destierro? ¿Quién decidió tal castigo salvo vosotras?
  Recordar aquél día enfureció a la diosa.
  — ¡Era lo necesario, lo justo! ¡Ella fue la única culpable de su propia desgracia!
  —Me aburren tus quejidos, Duphina. Ya lo tengo todo claro.
  — ¿Qué quieres decir?
 —Voy a reparar el daño que habéis causado las dos. Y voy a empezar por ti; renuncia a tus poderes, tu posición como Elemental y dame tu espada.
  — ¿Es una broma? —Duphina desenvainó la espada, preparada para cualquier movimiento por parte de Drian. Al ser mágica, su espada la sufridora era capaz de cortar cualquier cosa, incluso la magia intangible o las posibles tormentas que pudiera desatar Drian sobre ella.
  — ¡Ja, ja, ja! ¿En serio crees que voy a luchar contigo de esa forma? No soy estúpido, en un combate justo no podría contra ti.
  — ¿Y qué piensas hacer? ¿Pedírmelo por favor?
  —Voy a llevarte allí donde van los que desobedecen.
  — ¿De qué sitio hablas?
  —Te dije que había un objeto peligroso. Solo que lo tengo yo, no tus estúpidos guerreros. 
  — ¿Pero de qué maldito aparato hablas? —La nieve era cada vez más espesa. El viento seguía soplando con fuerza.
  —Seguro que te suena. —Entonces hizo aparecer ante ella un objeto en forma de huevo hecho de piedras de color granate, con una anilla que la rodeaba conformada por otras piedrecitas de color anaranjado. Duphina se sorprendió por segunda vez en el día. Agarró con más fuerza la empuñadura de la espada instintivamente. Su guantelete vibraba ligeramente.
  — ¡El orbe de la redención…! ¿De dónde lo has sacado? Se suponía que…
 — ¿En serio? ¿De verdad creías que había olvidado estas maravillas pudiendo utilizarlas?
  — ¡No puede ser! ¿Cómo has accedido a él? ¡Confiaba en ti! Oh, Drian, me has decepcionado enormemente, jamás pensé que fueras de los que quedaban cegados por el poder.
  — ¿Cegado, yo? ¡Eso díselo a Vienna! No, todo lo contrario, ahora lo veo todo con total claridad. Siempre fui el más inteligente de todos y merezco lo que me pertenece, y lo sabes, ¡tú y todos los demás! Pero os empeñasteis en humillarme apartándome de lo que más quiero… ¡ahora me toca a mí avergonzaros! ¡A mí!
  —Estás completamente loco. —Duphina no se lo podía creer. De todos los Elementales, Drian siempre había sido el más tranquilo, sereno, justo e igualitario. Evitaba todo tipo de conflictos y detestaba la guerra. No por nada se le conocía como el pacificador—. ¿Acaso siempre fuiste así? Tan… arrogante, vil y… —terminó con un hilo de voz. Se sentía abrumada.
  —No. Fui un ingenuo creyendo en todas aquellas bobadas sobre la igualdad, el amor a los humanos, la bondad de todo ser, la armonía de nuestros poderes, el equilibrio… Todo son palabras, Duphina, y se las lleva el viento, como el que sopla aquí mismo.
  — ¿Y tu plan cuál es? ¿Acabar con todos? ¿Te piensas que los demás no harán o dirán nada?
  —Claro que dirán, pero a mi favor, pues les prometeré a todos un futuro mejor.
  — ¿Cómo va a ser mejor, si es contigo subyugándonos? Dudo que ninguno prefiera estar bajo tu autoridad. Algo me dice que esta idea no proviene solo de ti, ¿verdad? Ella…
  —Oh, pero ellos no lo verán así. Verás, eres tú la única que lo interpreta todo mal. Yo solo cojo lo que me pertenece, nada más. —Entonces lo supo. Drian no estaba solo en este plan, alguien maquinaba detrás, lo sabía por cómo había ignorado adrede su última pregunta.
  — ¿Y por qué ahora, de repente? ¿Hablaste con tus tiburones y te dijeron que querían más terreno de caza? —Procuró no volver a comentar sobre «ella», a la espera de que él mismo se delatara.
  —Eres más ingenua de lo que pensaba. Ahora es cuando tú te enteras del plan, pero yo llevo años haciendo preparativos. He estado buscando los orbes, y pienso poner uno en tus aposentos. Diré que le ordenaste a uno de tus humanos que lo robara para tu provecho, y que tu intención es subyugarnos para poder satisfacer tus ambiciones; el continente Plateado nunca fue suficiente para ti. 
  — ¡Maldito embustero! ¡Vas a poner a todos de tu parte con la excusa de que represento una amenaza, cuando en realidad lo eres tú! —espetó Duphina—. Bueno, veo que las argucias se te dan de fábula. —Drian tenía una expresión en la cara que estremecería a cualquiera.
  — ¿Sabes? Por ahora escasos somos los que conocemos esa historia sobre un humano poseedor de un orbe. Cuando el resto haga preguntas, tendré el placer de contarles la historia con todo lujo de detalles… Me supuso un gran sacrificio encontrar este orbe, pero al fin está en mis manos, y voy a usarlo ahora sobre ti, y así tus soldaditos se sentirán abandonados y perdidos sin su adorada diosa del acero. Más vale que te pongas cómoda, porque vas a estar aquí dentro durante mucho tiempo. Tal vez… la eternidad.
  Antes de que le diera tiempo a desvanecerse para volver a su cámara del hierro y poder responder con un contraataque, Drian abrió la esfera. Sintió una fuerza invisible absorberla atrayéndola hacia el oscuro interior del orbe. No tenía escapatoria y lo sabía, pues algunos de los orbes habían sido creados justamente para ese fin: neutralizar a los Elementales. Dio un grito ahogado, y lo último que vio fue la siniestra sonrisa de Drian con sus dientes centellantes. Seguía nevando y el viento aullaba. 
  La sufridora de la Elemental estaba tirada al suelo, sobre una fina capa de nieve. Aquella espada era lo único que quedaba como testimonio de la presencia de Duphina de la fortaleza en el acantilado del Calamar. Drian cerró el orbe, y se acercó a la espada. Se agachó para recogerla, pero en cuanto acercó su mano sintió una corriente eléctrica que se intensificaba conforme la distancia se acortaba. Tras dos vanos intentos más, gritó furioso ante la impotencia; la espada de Duphina tendría que quedarse allí. 
  Furibundo, se fue a un lugar recóndito a esconder el orbe donde nadie la encontraría. Con Duphina neutralizada, todo iba a ser más fácil. El juego empezaba ahora.






Ahora que Drian ha mostrado su verdadera cara, y con Duphina encerrada, ¿cuál será el desarrollo de los próximos acontecimientos?

No te pierdas la próxima entrega de Ecos del pasado!




¡Un abrazo desde Lon'thara!

5 comentarios :

  1. Estupendo comentario, y si esos momentos tensos entre dios@s, lo estamos sitntiendo los Humanos en 1ra fila, por ejemplo el cambo cimatico, que cada año, se esta sintiendo mas agreciva que antes.

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  2. ¡¿PERO QUE DEMONIOS...?! Este enfrentamiento ha sido un WTF como hace años no leía ninguno. Antes de leerme esta escena tenía a Drian en una especie de altar y ahora se me ha caido el mito, pensaba que era el que tenía las tuercas en su sitio y va a resultar que es el que peor está de la olla, ¡esto es publicidad engañosa!

    Por otro lado veo que mi teoría de Claire como una elemental exiliada empieza a sustentarse, no recrimino a Drian su comportamiento aunque tiene pinta de que los mortales lo van a pasar un poco mal. He sentido lastima por Duphina por ahora, luego cuando me entere de lo que hizo tal vez eso cambie pero por ahora me compadezco de ella. Quien diría que el huevecito era un arma y yo que lo veía como un objeto decorativo inofensivo xD

    Una buena escena desde luego, aunque me ha chocado un poco lo imponente que parecía Duphina en la parte anterior y lo impotente que ha sido en esta, un cambio muy brusco pero que impresiona cuanto menos. Muy buen trabajo, como siempre Leila :)

    A nivel ortográfico está muy bien escrito, se notaría la mejoría con cada parte que subes. Lo único que tengo que señalarte es que en una ocasión pones la sufridora en letra normal y en otra en cursiva (no se porque algo me dice que algún Vermonth acabará cogiendo la espada de Duphina, lo veo...)

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  3. Se sintió impotente ante la decepción por Drian jaja Lo de la cursiva en mi word sale bien, no sé por qué en el blog se ha quitado xD

    En todo caso, siempre decía a los que me iban a leer: la acción de verdad arranca en el cap 3, aludiendo a esta parte. Aquí es cuando vemos que los dioses no son tan maravillosos, y que incluso puede que sean los más frustrados de la historia jaja

    Lo de que Claire podría ser la elemental exiliada... no diré nada jaja pero no sabes cómo sonrío ante tus teorías muahaha

    En cuanto a los orbes, ¡tienen un papel muy importante en la historia! Aunque eso irá más adelante...

    ¡Muchas gracias por leerme con tantas ganas!

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    1. Nos leemos mutuamente, Leila. Las gracias no hay que darlas, las conversaciones y estos pequeños ratos de lectura son geniales :)

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