Pocos son los hombres que saben la existencia de los orbes,
poderosas armas creadas por los dioses
terminantemente prohibidas para cualquier mortal.

Sin embargo, el aparente equilibrio pactado
entre las divinidades se ve amenazado cuando
vuelve a despertar el ser que fue más poderoso que los dioses.

En un mundo donde han regresado los
tribales rituales de sangre, los dioses se ahogan en su propia sed de poder y
los hombres se dejan engañar por sus propias mentiras,
la muerte resurge como única forma de salvación…

La última Era de los Elementales comienza
esta noche, en la que una joven amnésica despierta de un sueño olvidado para
adentrarse en otro repleto de horrores.

Maldecida por su codicia olvidada, el
lenguaje de la magia parece volverse en su contra.

Sólo los ecos de su pasado
conocen su sino; pero únicamente ella decidirá si lo alcanzará a través del
camino de la sabiduría y la fuerza… o de
la envidia y la demencia.


Ecos del pasado I: La danza del fuego

miércoles, 25 de noviembre de 2015

¡Nuevo capítulo: 2. La furia de un Dios!

¡Pasamos a otra historia, con nuevos personajes! 

Aunque no lo haya dicho al principio, la saga Ecos del pasado tiene varias historias simultáneas, donde diversos personajes de distintos lugares van teniendo lugar. Por supuesto, se van dando progresivamente —a menudo hago referencia a la dinámica de Juego de Tronos— por lo que se volverá a hablar de Derek, Dultas y la joven amnésica, a la vez que contaré sobre otros personajes que tienen o no relación con el resto desde el inicio.

¡Disfrutad de la lectura! Comienza el segundo capítulo!







2. La furia de un dios (1º parte)


Lo primero que sintió fue un dolor agudo en la cabeza, como si le hubieran dado un golpe con un objeto contundente. Después, empezó a sentirlo expandirse por todo el cuerpo. Era incapaz de levantarse. Se tanteó el peto abollado buscando heridas y una de las grebas se había soltado de su pierna izquierda, la cual le escocía a horrores. No fue hasta pasado unos minutos que sus ojos empezaron a habituarse a la oscuridad reinante. Como la vista no le servía de mucha ayuda, decidió concentrarse en los sonidos; no estaba sola, alguien a su lado respiraba a un ritmo irregular como si le costara cada exhalación. Un tercero comenzó a toser con nerviosismo temiendo ser oído. 
  Con una calma digna de admirar, tanteó el suelo en busca de alguna pista para saber dónde se encontraba, y aunque sus piernas aún le impedían ponerse en pie, consiguió desplazarse a gatas. Acabó topándose con unos barrotes de acero. Tiró con fuerza sin éxito, y decidió recorrer toda la fila de barrotes con sus manos. Era un espacio reducido, por lo que no tardó mucho en percatarse de que se encontraba en una celda, cómo la de un pájaro, solo que a escala humana. Cualquier persona normal se sentiría inquieta, nerviosa o incluso histérica, pero aquella mujer estaba habituada a las situaciones extremas. Sabía mantener la cabeza alta y fría, con dignidad.
  —Si buscas una forma de escapar, te digo ya que es imposible.
  Al oír aquella voz se dio la vuelta en su dirección, y pudo adivinar una silueta rodeada por las sombras. A juzgar por el timbre, era un hombre de avanzada edad. Era el de la tos nerviosa.
  — ¿Dónde estamos? —El tono de la mujer era duro e imperativo, acostumbrado a dar órdenes.
  —Encerrados en los calabozos subterráneos que hay bajo la fortaleza. Concretamente… cof, cof… al este del continente —hizo una pausa para aclararse la voz, y prosiguió—, perdidos en el corazón de una montaña.
  — ¿Al este? ¿Podrías precisar? Has hablado de una fortaleza, dime el nombre. 
  —Hum… ni idea, solo sé que cuando llegué, pude ver rápidamente que me llevaban a una especie de castillo siniestro encima de una montaña.
  — ¿Y por qué has dicho el este? ¿Cómo lo sabes?
  —Estudiaba herbología antes de que me capturasen… y conozco muy bien la flora de cada parte del continente Dorado… cuando me apresaron, justo antes de encerrarme en este agujero vi unos árboles de hojas blancas. Son púrcaros, y solo crecen en zonas templadas y húmedas, junto a la costa.
  —En la isla del Cangrejo también hay temperaturas similares, y no es precisamente el este.
  —Ahí no crece nada de eso a causa de los caprichos de esos malditos magos de los peces que cambian el clima cuando les place. Demasiado desequilibrio han provocado en la naturaleza como para que puedan existir… ¡cof, cof! Te digo yo que aquí es el este. 
   —Bueno, te creeré por ahora. Si… como tú dices estamos al este, entonces no será muy lejos de la ciudadela de la Argéntea. Desde ahí podré orientarme para buscar refuerzos y…
  — ¡Ja!… ¡cof, cof…! Argh… mis malditos pulmones… Señora, sea quien sea usted, siento decepcionarla pero... dudo que alguien vaya a salvarnos… más que nada porque es imposible que sepan de nuestro paradero. ¿A quién se le ocurriría mirar en los túneles subterráneos de un castillo abandonado en medio de una montaña? Nada, nada… aquí estaremos hasta nuestro último aliento. Llevo aquí meses… tal vez años... ya no llevo la cuenta. El otro de allí ya se está muriendo.
  — ¿Qué le pasa? —le preguntó algo irritada. No soportaba que le interrumpiesen.
  —Digamos que… aunque es verdad que cada cierto tiempo alguien viene a traernos algo de comer… es tan poco que no nos es suficiente. Hace unos días tenía tanta hambre… no pude aguantar.
  —No lo entiendo.
  —Yo… no me avergüenzo. Hice lo que tuve que hacer para sobrevivir. Le desgarré la carne y comí parte de una de sus piernas. Era él o yo. Si no lo hubiese hecho yo, ahora sería él quien se lo estaría contando. Su pierna está pudriéndose y el mal se ha extendido por todo su cuerpo.
  No se oyó nada más que la respiración entrecortada del hombre agonizante durante un tiempo.
  — ¿Señora, no le ha trastornado lo que acabo de contar?
  Aunque estaba todo oscuro, el anciano de la tos pudo percibir un movimiento de su cabeza. Sentía su mirada, y juraría que sus ojos brillaban en la oscuridad, como las de un depredador en la noche yendo tras su presa.
  —Cuando es para sobrevivir, los humanos estamos dispuestos a todo. Ya no hay bien o mal, solo el instinto. Solo nosotros mismos y nuestro egoísmo.
  —Ya. 
  —De todas formas… dudo que un hombre de tu edad pudiera conmigo si te diera por… degustarme. No te tengo miedo. Te mataría yo primero, no lo dudes ni un instante.
  Pudo oír como el anciano tragaba saliva. Pudo sentir cómo se encogía de miedo, y se repantigaba contra la pared, presa del terror. 
  —No vas a preguntarme por qué estás aquí encerrada con un par de viejos moribundos. 
  No era una pregunta, ya sabía la respuesta.
  —Conozco la razón de mi desenlace aquí, no necesito preguntarte.
  —Bien entonces. ¿Y qué vas a hacer? ¿O piensas esperar un milagro?
  —Un milagro… sería esperar demasiado tiempo. Tengo algo mucho mejor.
  — ¿El qué?
  La mujer seguía sin poder levantarse, pero ya conseguía doblar las rodillas. Pronto podría volver a andar, saldría de aquel agujero perdido y saltarían cabezas. Siempre se debía de castigar al que se lo merecía. No quedaría impune.
  Al no obtener respuesta, el anciano volvió a preguntar.
  —Y si no es un milagro, ¿entonces qué?
  Aunque él no pudo verlo, ella sonrió:
  —Magia.





¿Quién es esta mujer? ¿Podría ser Silianna, la hermanastra de Derek? ¿O no tiene nada que ver? 

¿Qué clase de magia es la referida en la escena? 


Esto y más, en Ecos del pasado. ¡No lo dejéis aquí, que lo mejor está por venir!

¡Un saludo desde Lon'thara!

3 comentarios :

  1. No esperaba que la historia diese un giro de 180 grados, pero ha sido una sorpresa agradable. Si hay algo que me gusta más que averiguar cosas sobre los personajes, es que me sorprendan con un giro increíble en la historia y desde luego lo ha sido :) Noto cierta similitud con la primera escena del capítulo 1, presentas un nuevo personaje en un lugar desconocido y no dices nada de ella, solo pequeños detalles sobre su personalidad, carácter y, en este caso, sobre porque esta en ese lugar. Me gusta, el capítulo 2 tiene muy buena pinta :)

    Respecto a la lectura, tengo que señalarte un par de cosillas que he visto mientras leía:
    - En las partes en las que el anciano tose podrías dejarlas tal cual (una opción muy viable e innovadora) o poner una aclaración, lo segundo sería para no complicar a los lectores. Puede que algunos no sepan que la muletilla "kof" se usa para simular la tos, lo de la aclaración remediaría eso pero la decisión sigue siendo tuya, no en vano eres la escritora :)
    - Detrás de los puntos suspensivos podrías poner pequeñas aclaraciones entre guiones, es un recurso que la gran mayoría de escritores utilizan

    Voy a seguir con la lectura, espero mucho de este capítulo 2 :)

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    1. Muy buen consejo lo de los guiones para aclaraciones de los puntos suspensivos, ¡en cuanto pueda lo miro!
      ¡Y la verdad que no había pensado en esa similitud de comienzos entre la amnésica y la mujer de esta parte! Muy observador :)

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    2. Me alegro de que te sirva mi consejo :) Es normal, yo me di cuenta casi enseguida pero es porque observo mucho. No se me escapa nada xD

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